Ya no se que creer...

Wx- Hola! Recuerdas q me dijiste q lo único q me hace falta es creérmela?
BX- Si, algo así, no recuerdo bien.
Wx- Ahora lo entiendo pero ya no se q creer ...
BX- ...

Melancolía de muertos

Esta vez no metaforizare sobre la festividad de ocasión, con todo respeto abriré un paréntesis para vincular el imaginario mexicano al respecto de la muerte y la invisibilidad de la pobreza, la marginación, el desempleo, la informalidad y corrupción, o tal sea un invisibilidad normalizada donde la muerte y sus muertos se muestran como normales. No conozco bien la obra de J Rulfo, pero esta realidad en un vagón del metro me la plasma sin más detalles q los necesarios para lograr una disección de la realidad frente a los cristales, espejos y reflejos del vagón, hago referencia al autor de Pedro Páramo pues cuando entras al vagón y te apresuras por ocupar un lugar, tomarlo antes q cederlo te hace sentir y reñir humano, socializar de alguna manera e interactuar desde la individualidad por un espacio, al iniciar el trayecto toda esta emoción te invade y te localiza en un punto muy propio, la prisa por un lugar, al empezar el movimiento el comerciante ambulante de discos, el de las estampas religiosas y otros artilugios te abordan, te postran la mercancía en las piernas, te gritan para q les consumas y los otros, los que están más allá, más dentro y salen de las páginas de Páramo al cruzar la puerta del vagón, ellos son los reflejos, los invisibles, normalizados por las cotidianidad e individualidad por la q luchamos todos los días, son esos ambulantes de tercera edad q a paso lento y cansado piden a los usuarios una moneda, le ofrecen un chicle, se tropiezan con el q va y con el q viene, se aferran al pasamanos del vagón en cada acelere y freno del tren, se toman de el como un peldaño más para mantenerse en pie y seguir pidiendo algo para mantenerse pidiendo, estos invisible q alguna vez durante su vida plena, madura o joven, fueron alguien ahora son los q nos piden un apoyo para seguir adelante en sus últimos días, en sus últimos años, ahora pueden ser seres invisibles en proceso de normalización o seres q nos normalizan y contagian de esa invisibilidad que a partir del contagio y la apatía cadaverizan y congelan en el tiempo nuestra imposibilidad de ayudarle, nuestra incapacidad de hacer algo por ellos q con pesadumbre y la suficiente fuerza de voluntad levanta todavía la mano para q los veamos a través de la invisibilidad, o q igual q ellos nos hagamos transparentes para lograr sentir y comunicar esta sensación de vida que creemos desconocida e impropia.
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