El término mazahuacholoskatopunk es una representación lingüística que explora el contexto sociocultural de la migración de los jóvenes mexicanos del interior del país hacia la ciudad de México, el Distrito federal, La capital como destino migratorio que es en si mismo un imaginario que atrae el cuerpo y la mirada de los que desde niños ven en ella una posibilidad para distinguirse de sus pares generacionales en su comunidad.
Este sujeto/actor sociocultural es descubierto por Federico Gama que lo registra a través de un ensayo fotográfico (del mismo nombre) y que sirve para redescubrir la juventud invisible del los estados mexicanos que regularmente expulsan migrantes hacia la urbe. Es oportuno mencionar que los objetivos de tal proceso migratorio tiene connotaciones rituales, sentidos económicos y sin saberlo, hasta que se llega a la ciudad, oportunidades lúdicas propias de la etapa biológica y social que alcanza a reivindicar al expresarse ante ellos sus pares generacionales de la urbe, en palabras de Gama: reivindican su juventud al llegar a la ciudad por medio de un ritual de paso, que se fusiona con otros retos y reglas de aceptación que encuentran en los espacios laborales y tiempos de ocio de la ciudad.
Así es como este proceso migratorio y sus protagonistas involucran una suerte de múltiples procesos rituales, intercambios simbólicos interculturales y particulares formas de pertenecer, crear y construir su presencia usando el cuerpo como medio y fin de la representación existencial. A partir de estas características es necesario involucrar al performance como herramienta que nos ayuda a entender la existencia efímera de un fenómeno que se reproduce desde el anonimato e invisibilidad que les otorga la marginación y discriminación social. Su representación efímera está relacionada con las características de una subcultura etérea que es se enriquece de grupos heterogéneos en su constitución y homogéneos en su relación. Es importante destacar esta peculiaridad que les otorga distinción dentro de las tribus urbanas de la ciudad, que tienen códigos más estrictos y restringidos (que no son ajenos a nadie) basados en la identidad de la subcultura juvenil, la contracultura y corrientes ideológicas, culturales, políticas, etc. que dejan de lado la identificación contextual en la que se circunscriben los jóvenes que llegan a la ciudad, y que es desde donde se han construido espacios de uso común para viajar, pasear, consumir los bienes simbólicos de la ciudad, para enamorarse, emborracharse, reír y vivir la ciudad. Es pues una identidad voluble con distintas particularidades que asignadas desde cada uno de los atuendos del mazahuacholoskatopunk les otorgan distinción desde el atuendo hasta el sentido y significado de los símbolos que apropian y resinifican desde distintos parámetros de: intensidad, opacidad y elasticidad.
Este sujeto/actor sociocultural es descubierto por Federico Gama que lo registra a través de un ensayo fotográfico (del mismo nombre) y que sirve para redescubrir la juventud invisible del los estados mexicanos que regularmente expulsan migrantes hacia la urbe. Es oportuno mencionar que los objetivos de tal proceso migratorio tiene connotaciones rituales, sentidos económicos y sin saberlo, hasta que se llega a la ciudad, oportunidades lúdicas propias de la etapa biológica y social que alcanza a reivindicar al expresarse ante ellos sus pares generacionales de la urbe, en palabras de Gama: reivindican su juventud al llegar a la ciudad por medio de un ritual de paso, que se fusiona con otros retos y reglas de aceptación que encuentran en los espacios laborales y tiempos de ocio de la ciudad.
Así es como este proceso migratorio y sus protagonistas involucran una suerte de múltiples procesos rituales, intercambios simbólicos interculturales y particulares formas de pertenecer, crear y construir su presencia usando el cuerpo como medio y fin de la representación existencial. A partir de estas características es necesario involucrar al performance como herramienta que nos ayuda a entender la existencia efímera de un fenómeno que se reproduce desde el anonimato e invisibilidad que les otorga la marginación y discriminación social. Su representación efímera está relacionada con las características de una subcultura etérea que es se enriquece de grupos heterogéneos en su constitución y homogéneos en su relación. Es importante destacar esta peculiaridad que les otorga distinción dentro de las tribus urbanas de la ciudad, que tienen códigos más estrictos y restringidos (que no son ajenos a nadie) basados en la identidad de la subcultura juvenil, la contracultura y corrientes ideológicas, culturales, políticas, etc. que dejan de lado la identificación contextual en la que se circunscriben los jóvenes que llegan a la ciudad, y que es desde donde se han construido espacios de uso común para viajar, pasear, consumir los bienes simbólicos de la ciudad, para enamorarse, emborracharse, reír y vivir la ciudad. Es pues una identidad voluble con distintas particularidades que asignadas desde cada uno de los atuendos del mazahuacholoskatopunk les otorgan distinción desde el atuendo hasta el sentido y significado de los símbolos que apropian y resinifican desde distintos parámetros de: intensidad, opacidad y elasticidad.
Estas peculiaridades montan en un momento, los fines de semana, una pasarela en la que existen a partir de que se distinguen desde la figura intacta e impecable del maniquí, con pelos parados y vestimentas que se autentifican con la actitud que el performer representa. A esta actitud de dandi que toma a la ciudad como pasarela, en términos de Gama, es a lo que he determinado identificar como un performance que enriquece la subcultura etérea del mazahuacholoskatopunk.
Este actor sociocultural es un actor etnomigrante, que no se refiere a sus orígenes indígenas o similares, se refiere más bien a los actores anónimos que pertenecen a esta vieja cultura y costumbre de la migración, ya que desde que sus abuelos han llegado a la ciudad han tenido que sortear los mismos inconvenientes, pero en la actualidad los medios y mercancías simbólicas han encaminado la percepción de muchos de los migrantes que utilizan sus dineros para mimetizarse en la ciudad de México. En este sentido el ser etnomigrante se refiere a la cultura que han consolidado desde sus propios medios, redes y contactos que les han permitido llegar y vivir la ciudad. Una cultura no necesariamente nueva, pero que ha tomado auge por la vistosidad del atuendo y la forma en que lo mezclan dejando de lado idiosincrasias e ideologías.
Tardes de Encuentro en el Df.
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