¿Quién escribe estas líneas?

¿Quién se encuentra detrás del tufo nebuloso que articulan unas cuantas palabras, mitad instinto, mitad miedos, ansiedad e incoherencia sintáctica en busca de catarsis?

Hay un ente, solo en lo particularmente peculiar de su absurda soledad.

Hay un eslabón de malestar, que refleja a su vez, un síntoma del universo.

Hay infinitas ganas de amar; y un total desconocimiento de lo que es el amor.

Hay un mar de ignorancia sobre cómo vivir la vida y el instinto de una búsqueda ciega hacia algo llamado felicidad.

Hay nostalgia de su pasado y miedo de su futuro.

Hay una búsqueda de cierto saber y a la vez ganas de ya no saber nada de ese saber del que no hay saber.

Hay un mar de ritualidades y todo tipo de sublimaciones que lo jodido que me siento. Como ésta.

Y, ahora más que nunca, muchas ganas de abrirme a la gente y de dejar atrás todo esto para contarle alguien que un día pasé por esto y lo superé.

Soy -en parte- el resultado de las personas que conozco y que he conocido y no sería tan presuntuoso al respecto; por que ni yo mismo me conozco, soy el holograma de un tiempo que camina sobre piernas de acero, músculos de hierro y cabeza de garbanzo.

Algo esperará de mí la vida, o Dios, o buda, o el poder infinito del universo, que no tiene nombre y que a la vez tiene varios nombres, por que si mi destino fuera vivir todo el tiempo en la botarga de la estupidez, mejor fuera para mí y para el que me creó, no hacer esperar a los hambrientos gusanos.

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